El equilibrio de las hormonas es fundamental para que el cuerpo funcione adecuadamente. Por eso, es importante controlarlas, ellas son las que nos pueden indicar si algo va mal en nuestro cuerpo.
El equilibrio de las hormonas depende de varios factores, entre ellos, la alimentación, la edad y el ritmo de vida, el estrés… Por ello un desajuste hormonal puede manifestarse de muchas maneras. Hoy hablaré de algunos de los síntomas más frecuentes que nos indican una posible alteración de tus hormonas.
Las hormonas son unas sustancias químicas segregadas por glándulas endocrinas y reguladas por nuestro sistema endocrino. Actúan como “mensajeros químicos” reguladores de muchos de los procesos que en nuestro cuerpo.
1. ¿Cansada todo el tiempo?
La fatiga constante puede ser la causa de un desequilibrio en nuestras hormonas del estrés. Bajo situaciones que nos provoquen estrés o ansiedad, nuestro cuerpo libera una oleada de hormonas, entre ellas, la adrenalina y el cortisol. La sobreexposición al cortisol y otras hormonas del estrés pueden interrumpir prácticamente todos procesos de tu cuerpo. Esto incrementa el riesgo de padecer muchos problemas de salud, como por ejemplo un aumento de peso, ansiedad, depresión, dolores de cabeza, problemas cardiacos, dolencias musculares o una fatiga exagerada, entre otros. Un cansancio extremo también puede ser debido a una alteración de la hormona tiroidea, que deja de producirse en su cantidad requerida. Si has ganado peso que no puedes perder fácilmente y además estás más cansada de lo habitual, podemos sospechar de alguna alteración tiroidea.
Una investigación de la Escuela de Medicina de la Clínica Mayo en Minnesota, ha comprobado que las hormonas y los problemas de tiroides son capaces de hacer que una mujer con mucha energía, sin razón aparente, pierda sus fuerzas y no pueda ni levantarse de la cama.
2. Te cuesta perder peso
En ocasiones la pérdida o ganancia de peso puede deberse a un desequilibrio hormonal. Tus hormonas controlan tu metabolismo. Un desequilibrio en ellas puede provocar un metabolismo lento o ineficiente. Además de promover el almacenamiento de grasa que conduce al aumento de peso. Por su parte el cortisol, la hormona del estrés, no solo nos hace sentir cansadas sino que puede dificultar la capacidad de tu cuerpo para mantener o perder peso. Una persona estresada tiende a comer peor, a comer por impulso o a comer comida basura. Estrógenos y progesterona son las hormonas femeninas con más importancia. Un descenso de la producción de estrógenos puede dar lugar a desequilibrios hormonales y a un aumento de peso. Y con la edad, que la disminución de la producción de estrógenos se da de manera natural en la menopausia y en muchas ocasiones también aparece esta alteración en cualquier etapa de la vida de una mujer.
La leptina también tiene un papel importante a la hora de perder peso, es la hormona relacionada con la regulación del apetito, es un supresor del apetito así que es muy conveniente mantener sus niveles altos si nuestro objetivo es bajar de peso. La leptina tiene menos presencia en el organismo a medida que aumenta la edad. La insulina, además de controlar el nivel de azúcar en sangre, también influye en el metabolismo. Esto implica que también de ella depende en parte la pérdida o ganancia de peso. La tiroides también puede ser un problema en la pérdida de peso, es la glándula responsable de la producción de tiroxina y, cuando existe una disminución de tiroxina (hipotiroidismo), existe una tendencia a ganar peso o dificultad para perderlo. Para recuperar el peso ocasionado por un exceso de hormona tiroidea, hemos de esperar a la normalización de estas hormonas. Aquí más información de cómo influye el consumo de gluten en las afectaciones de tiroides.
3. ¿Antojos constantes?
Días antes de la menstruación, el humor y los antojos en las mujeres suele alterarse un poco. El causante de ello son los niveles fluctuantes de los estrógenos y la progesterona que incluso pueden llevar a las mujeres a comer 500 calorías adicionales por día (estudio publicado en Annals of Endocrinology. ).
En el día 7 de tu periodo, los estrógenos empiezan a subir, los días antes de la ovulación los estrógenos están en su punto más elevado y cuando los estrógenos bajan en los últimos 14 días de la regla, nos encontraremos con antojos y alteraciones del estado de ánimo. Controlar los niveles de estrógenos nos ayudará a evitar posibles síntomas premestruales. Si el problema sigue más allá de estos días premensturales, debes ponerle remedio. El cortisol también influye en los antojos, y es que cuando estamos estresados o sensibles producimos más cortisol, la hormona del estrés, que también potencia la necesidad de consumir alimentos, dulces y/o salados, sin un control del todo racional.
4. ¿Problemas digestivos?
Las mujeres tienen un tránsito intestinal más lento que los hombres y suelen tener más estreñimiento. Los estrógenos y la progesterona están relacionados con la regulación de la actividad digestiva. Cuando estas hormonas son más altas o más bajas de lo normal, se dan cambios o alteraciones intestinales. ¿No te ha pasado que antes de tu período no vas bien al baño o cuando llega tu periodo vas perfectamente? O ¿sufres estreñimiento y cuando viene tu periodo vas bien? Esto es cosa de los estrógenos. ¡Ponle remedio!
5. ¿Insomnio o problemas de sueño?
En esta ocasión las variaciones hormonales pueden afectar el sueño pero también la falta de sueño puede incidir en los niveles hormonales. Niveles bajos de serotonina, progesterona y melatonina son los responsables de un sueño poco reparador. La caída en la producción de estrógenos y progesterona hace que el sueño sea más ligero y tarde más en llegar, así pues durante el ciclo menstrual es más probable que los cambios en el cuerpo de las mujeres puedan afectar al sueño y, tras la menopausia, las mujeres tienden a tener más insomnio.
Cuando hay un desequilibrio hormonal, los síntomas son variados y hasta extraños y puede ser difícil de detectar. Los síntomas se pueden confundir con otras afecciones pero debes mantenerte alerta si aparecen varios juntos. El sueño, el humor y el hambre, por ejemplo, son los más significativos de una posible alteración hormonal. Las hormonas responden a patrones de alimentación concretos y seguir una dieta específica en cada caso puede resolver posibles desequilibrios.
La mejor forma de ayudar al funcionamiento de tus hormonas es con una alimentación adecuada.